lunes, 21 de febrero de 2011

EL ARTE DE VESTIR A MARÍA SANTÍSIMA

De siempre se ha dicho, que un escultor es el que hace la imagen de María Santísima, pero que la obra no queda completa hasta que entra en juego la figura del vestidor.
En ese momento es cuando la obra queda finalizada, según los cánones establecidos. En este artículo, me gustaría hacer referencia a la labor de los vestidores a la hora de ataviar a la Santísima Virgen, y hacer partícipe al lector para que comprenda lo que significan cada uno de los elementos que conforman este arte.
Si consideramos vestir una imagen sagrada como un arte, podríamos decir que el vestidor es el eslabón que falta entre el escultor y el creyente; pues una buena imagen puede quedar desmerecida por la labor del vestidor, o por el contrario una imagen de mala calidad puede ensalzarse según le hayan sido colocadas las prendas. Como prioridad, un vestidor ha de tener claro que la imagen por sí sola llame al rezo no por la vestimenta, sino por lo que representa.
El vestidor tiene la suerte de poder tocar la imagen de la Virgen, que es el centro de tantas devociones, le habla, le reza, le comenta cosas cotidianas, se enfrenta a Ella cara a cara, apreciándola de cerca, sus rasgos, sus facciones…
En el momento de empezar a vestirla, lo primero que se le coloca es la ropa interior, una camisa que cubre el tronco y los brazos de la imagen. El candelero es cubierto con las enaguas, que pueden ser varias. Esta ropa suele ser siempre de color blanco, bordado con sedas y encajes que permanecen ocultos, pero que denotan calidad y buen gusto en el vestir la imagen desde el primer momento.
Encima de las enaguas se le coloca la saya, la cual es fundamental, pues cubre la parte frontal del candelero de la imagen. Normalmente suele ser a modo de delantal pues se completa con el llamado chalequillo que cubre el torso de la imagen. La saya es un campo abierto para el bordado, donde se observan las muestras más interesantes del oficio bordador.
Cubriendo los brazos aparecen las mangas, de las que solo se ve la parte más cercana a las manos, pues el resto queda oculto con el manto. Están realizadas en la misma tela y el mismo bordado que la saya.
La saya queda ajustada a la cintura por medio del cíngulo, también llamado “cinturilla”, simbolizando así la virginidad de María. Algunas imágenes además suelen ceñir la cintura con fajines de color rojo, o celeste, donados por altos mandos militares.
Quizá llega ahora el momento más complicado a la hora de la vestimenta, el tocado o rostrillo. El tocado es un elemento que se coloca en el pecho y alrededor de la cara de la imagen formando pliegues. Suele estar compuesto de una larga tira de finos encajes tejidos a mano y de riquísimo valor, ya que es lo que más cerca esta de la cara de la Virgen, pues quizá es la parte donde se suelen fijar más las personas. También se suelen utilizar trozos largos de tela para confeccionar estos rostrillos, tales como el brocado, tul, damasco, tisú…
En el tocado suelen prenderse las joyas que posee la imagen, o que han sido fruto de alguna donación de particulares.
El manto, que cubre a la imagen desde la cabeza a los pies, es un largo trozo de tela, que cae hacia atrás y que suele tener forma de abanico, la mayoría de ellos suelen tener ricos bordados en oro o plata, o algunos son también lisos. Algunos suelen rematarse con la toca de sobremanto, un semicírculo de malla dorada que cubre desde la cabeza a los hombros y que cae por encima del manto.
Finalmente, cuando la imagen ya se encuentra totalmente vestida, se procede a colocarle la corona, símbolo de la Realeza de María como Madre y Reina de todos los hombres y de todo lo creado.
Ahora que el lector conoce los detalles y menesteres de ese ocioso arte, pues en verdad es con razón llamado un arte, espero con mis palabras haber hecho que se sienta aún más cercano a la imagen de la Madre de Dios, pues es en realidad una hermosa mujer vestida de Reina, que a la vez también es nuestra Madre, por eso la cuidamos y mimamos como solo Ella se merece.

Antonio Jesús Fernández González, I-II-MMXI  
(Artículo publicado en la revista cuaresmal "Blanca y Colorá", Hermandad del Dulce Nombre del año 2011)

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